Geología del Túnel de la Atlántida

El Túnel de la Atlántida (Lanzarote) corresponde a la parte sumergida del tubo volcánico de La Corona y está considerado el mayor tubo volcánico sumergido del mundo, con cerca de 2.000 m de desarrollo y 64 m de profundidad. El tubo de La Corona se sitúa en el Geoparque Mundial UNESCO de Lanzarote y Archipiélago Chinijo. Los Geoparques Mundiales de la UNESCO son territorios que se benefician de un patrimonio geológico destacado como recurso para favorecer las poblaciones locales, que es el eje fundamental de una estrategia de desarrollo socioeconómico, a través de proyectos educativos, geo-turísticos y de conservación de la geodiversidad. En este Geoparque se han se han inventariado 68 lugares de interés geológico (LIG), entre terrestres y marinos, con alta singularidad y representatividad, 13 de ellos con relevancia internacional.

Un Geositio, o Lugar de Interés Geológico (LIG), es un “área que forma parte del patrimonio geológico de una región natural por mostrar, de manera continua en el espacio, una o varias características consideradas de importancia en la historia geológica de la misma” (García Cortés y Carcavilla, 2013). El Túnel de la Atlántida es parte del LIG “LZ06 Tubo volcánico de La Corona- Atlántida” y se considera como uno de los más espectaculares del inventario de Lanzarote y Archipiélago Chinijo, tanto por su significado geológico como por la biodiversidad única que vive dentro del mismo.

Aunque la edad exacta de la formación del tubo volcánico de La Corona es aún debatida, los estudios y dataciones Ar/K realizadas indican que él mismo se formó por encima del nivel del mar hace aproximadamente unos 21.000 años (Carracedo et al., 2003), coincidiendo con el LGM (Last Glacial Maximum, Último Máximo Glacial), cuando en nivel del mar estaba unos 100-120 m por debajo del actual. Otros autores han observado en la línea de costa coincidente con el tubo de La Corona depósitos marinos Holocenos tipo beach-rock datados cerca de 6.000 aBP. Su disposición en relación a las coladas volcánicas indica que ha podido existir actividad volcánica pre- y post- 6 KaBP (Zazo et al., 2002; 2013). Se ha observado que los tubos volcánicos superficiales (como La Corona) no pueden progresar debajo del agua. Cuando las lavas entran en contacto con el mar, sufren un enfriamiento repentino que detiene su flujo, formando una barrera que obstaculiza la formación del tubo. En algunos casos, ciertos tubos volcánicos pueden progresar durante algunas decenas de metros, pero poco a poco se colapsan debido al incremento de la presión hidrostática, dando lugar a cilindros y posteriormente a lavas almohadilladas.

Volcán de La Corona y entrada a un sector del tubo volcánico a través de un jameo o colapso del techo del tubo volcánico.

Antes de llegar al final de su recorrido, el Tubo Volcánico de La Corona se ensancha formando una cúpula, cuya génesis se ha interpretado como la consecuencia de una explosión más o menos violenta, originada por el contacto de las lavas con el océano. Posteriormente, con el fin de la glaciación y derretimiento de los casquetes polares, el mar fue invadiendo el tubo ya formado hasta alcanzar el nivel de inundación actual.

Por tanto, los depósitos asociados a esta subida del nivel del mar que puedan estar representados en el Túnel de la Atlántida pueden ser unos excelentes indicadores de la subida del nivel del mar desde el LGM y pueden asociarse a procesos tectónicos (elevación/subsidencia) que indiquen la evolución geodinámica de Lanzarote en este periodo. Igualmente, asociados a los momentos en los que el tubo ha estado emergido, existen depósitos de carbonato cálcico que pueden ser interpretados para conocer las variaciones paleoclimáticas y paleoambientales desde el Último Máximo Glacial.